Pienso que la gente es inherentemente influyente en el comportamiento de su perro con sus emociones y actitudes.
Pienso que los perros son ellos y su condición canina junto con la educación y el trato que reciben o han recibido, al igual que el hombre es él y su circunstancia y pasado.
Pienso que todo el mundo debería tratar con profesionales para comprender a su perro y me refiero a conocerlo como especie para entenderlo mejor y así prevenir posibles problemas de comportamiento. Ya que son el reflejo de que algo no se ha hecho correctamente muchas veces por desconocimiento.
Pienso que los perros llevan el deseo de complacernos y que ninguno es “malo” o agresivo por naturaleza, salvo enfermedad ¡todo es aprendido, mal aprendido y mal conocido por sus amos!
Pienso que tener un perro es sinónimo de disfrute mutuo, de complicidad y esto se construye como en cualquier relación.
Sabemos que nadie nace enseñado, por esto tanto los perros cómo sus amos necesitan un aprendizaje en beneficio de una feliz y larga convivencia.
Y lo que tengo aún más claro es: si uno no está dispuesto o preparado para asumir un compromiso responsable de por vida con su perro, debería tener la sensatez y responsabilidad de abstenerse de tener uno. Este compromiso implica: conocimiento del perro y de sus necesidades como especie al igual que formación en Educación canina.
Por todo esto me entusiasma y disfruto conocer y ayudar a personas deseosas de comprender y querer mejor a su más fiel amigo.
Mis motivaciones principales son el bienestar del perro y la satisfacción de su Amo, valorando la confianza que las personas han depositado en mí para ayudarles.